La civilización maya habitó una vasta región
denominada Mesoamérica,
en el territorio de América Central,
en los territorios actuales de Guatemala,
Belice,
Honduras
, El
Salvador y en el territorio hoy
comprendido por cinco estados del sureste de México
que son, Campeche,
Chiapas,
Quintana
Roo, Tabasco
y Yucatán,
con una historia
de aproximadamente 3.000 años.
Durante ese largo tiempo, en ese territorio se hablaron
cientos de dialectos que generan hoy cerca de 44 lenguas mayas
diferentes. Hablar de los "antiguos mayas" es referirse a la historia
de una de las culturas mesoamericanas
precolombinas
más importantes, pues su legado científico y astronómico es mundial.
Contrariamente a una creencia muy generalizada, la civilización maya nunca
"desapareció". Por lo menos, no por completo, pues sus descendientes
aún viven en la región y muchos de ellos hablan alguno de los idiomas
de la familia mayense.
La literatura maya ilustra la vida de esta cultura. Obras
como el Rabinal Achí,
el Popol
Vuh, los diversos libros del Chilam Balam,
son muestra de ello. Lo que sí fue destruido con la conquista es el modelo de civilización
que hasta la llegada de los primeros españoles, había generado tres milenios de
historia.
Los dos principales centros de la zona del
Petén son Uaxactún
y Tikal.
Uaxactún (600 a. C. al 889 d. C.), localizado a 25
kilómetros al norte de Tikal (Guatemala), tiene el templo maya más antiguo que se conoce en
la región, y es el primer lugar en donde se observó la existencia de la bóveda
falsa. Tikal (800 a. C. al 869 d. C.), enclavado en el
corazón de la selva muestra una gran influencia teotihuacana y llegó a poseer
100 mil habitantes en su momento culminante, siendo la ciudad más grande de
América en el Clásico Tardío. Este centro dependía de una complicada red
comercial y se encontraba enclavado en un lugar estratégico, entre dos sistemas
fluviales que iban al Golfo de
México y al mar Caribe.
El trabajo de la tierra dio prioridad al
cultivo del maíz,
el frijol,
el cacao
y la calabaza,
en tanto la caza, la pesca y la recolección quedaron como actividades
complementarias; por eso a este periodo se le conoce también como agrícola. En
él se va desarrollando una religión sencilla con la creencia en una vida ultra terrena y
el culto a los muertos.
Durante esta época de la cultura maya, los
centros del poder religioso, comercial y burocrático crecieron para convertirse
en increíbles ciudades como la preclásica El Mirador,
la mayor del clásico Tikal
y las posclásicas Chichén Itzá y Uxmal. Debido a sus muchas
semejanzas, así como a sus diferencias estilísticas, los restos de la
arquitectura maya son una clave importante para entender la evolución de su
antigua civilización.
Los sacrificios humanos eran una práctica común en
los pueblos de Mesoamérica. Para poder explicar mejor el
origen de los sacrificios humanos debemos entender la razón de la creación del
hombre en un libro sagrado de los mayas: el Popol Vuh.
En este libro quiché se relata el modo en que los dioses originales acordaron
crear al mundo,
ya que el mundo servirá como habitación del hombre. La misión del hombre es
venerar y alimentar a los dioses. Pero del mismo modo en que los hombres
comen maíz, y éste es un alimento material; los dioses en tanto seres
sobrenaturales debían alimentarse de un alimento sobrenatural: la energía
cósmica que se encontraba en la sangre y el corazón de los sacrificados.
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